Hoy mis tamarindos, hoy mis alumnos de tercer semestre no se movieron de sus pupitres cuando sonó el timbre para el cambio de clase. En lugar de tomar mi brazo para voltear, me regalaron sus miradas curiosas y me dijeron que no me fuera hasta que les dijera en qué terminaba Tristán e Isolda. Hubo suspiros, hubo atención, y quieren que la próxima clase les lea algunos fragmentos.