lunes, 12 de septiembre de 2011

De cómo una tamarindera triunfó en una boda de fresas queretanos y así se despide para su próxima aventura llena de sabor

Mi madre fue muy seria. "Por favor, te pido intentes pasarlo bien en la boda, intenta ser tolerante con la gente, entiéndase tu abuela, convive. Te verás muy guapa con tu vestido". Suspiré y le dije que lo haría.

Las reuniones familiares a veces resultan incómodas, sobre todo por las preguntas o los comentarios. En muchas ocasiones tuve la impresión que sentía una exigencia a lucir lo mejor posible, a ser talla chica o extra chica para que no me dijeran que estaba engordando, a saber cuánto ganaba o por qué mis gustos con los chicos han sido tan cocteleros que he llegado a intoxicarme por tanto lapsusretebrutus. Entiéndase: la apariencia. Ha sido causa de mi desequilibrio durante los veranos y las navidades cada vez que voy a ver a la familia de mi madre, pero se trataba de una boda y para congraciarme con mi reinado matriarcal antes de viajar, tuve que doblar las manitas.

Mi prima, desde que recuerdo, solía dibujar antes de los nueve años su plan de vida:" me casaré a los 25, tendré tres hijos". Creo que lo repitió tan bien que se cumplió, sólo que dos años antes de lo que había planeado. Como todas las novias se veía preciosa, caminando hacia el altar con un aire triunfal. Mírenla nada más, pensé, quizá debí elaborar ese tipo de dibujitos desde los cinco años y quizá algunas de las cosas que me falta hacer ya las hubiera realizado. Quizá no es tan tarde.

Llegamos a tiempo a la iglesia. La misa duró hora y media. No quisiera herir susceptibilidades pero ¿duró tanto porque estábamos en el bajío, donde la población suele ser fervientemente religiosa? Menos mal que el padre que ofició la misa dio un discurso que me llamó muchísimo la atención. No le concedió a la mujer la obligación de salvaguardar el matrimonio y  le dijo a mi nuevo primo que "muchas mujeres querrán llevarte a la cama con ellas",  casi suelto una carcajada. Hubiera sido mejor"y alguna furcia-trepadora-diablota-ocualquieropciónsemejante". También mencionó que mi tío era un poco exagerado (algo muy cierto) y que le había llamado cien veces para pedirle que por favor casara a su hija. 

Quizá por tratarse de un familiar muy cercano y malgré tout me gustó la boda. Sin embargo, una de mis misiones era divertirme y eso sería en la fiesta. Ya les dije, los del bajío tienen fama de ser poco afables. Tomando en cuenta el perfil de mis primos que son un poco fresas, me esperaba que, al momento de empezar la música, se quedarían en sus mesas como si estuviesen en un antro. Bailaron los novios, la novia bailó con su padre y de repente, y supongo eso fue de la cosecha de mi tío, abrieron pista con una canción de Lou Rawles, You'll never find another love like mine. Se acercó mi tío a mi madre y la llevó a la pista. Los dos hermanos bailaban solos tal como solían moverse para esa canción. Contemplaba a mi madre, su sonrisa nerviosa pero haciéndole el favor al hermano mayor. Me sentí orgullosa, aplaudí, en ningún momento me sentí avergonzada. Me gustó mucho, en verdad. Mi padre llevó a mi abuela y como siempre las parejas mayores fueron a bailar. Creo que son siempre los más solidarios con la música y creo que las nuevas generaciones no comprenden lo fascinante que puede resultar ser los primeros en la pista sin importar cuál canción están tocando. Luego mi abuela me llevó a mí. Oh sí, comencé con mis pasos disco con los Bee Gees y su night fever. Sonreía mucho. Para empezar la relación áspera con la matriarca se había suavizado, me agrada que tenga vitalidad, que sea alegre en los jolgorios. Luego regresó a la mesa y me llevé a mi hermana y nuestro encanto de montaña lo giramos, lo reímos mucho. Durante estas semanas llegué a la conclusión que prefiero ser una arrítmica feliz a una chocante calentando las nalgas en una silla incómoda. 

Casi al final de la noche bailé por última vez con mi abuela había al lado un grupo de chicos. Con esa impertinencia que caracteriza a las abuelas, o al menos a la mía, les gritó que por qué no bailaban. En ese momento sí que me sentí un poco apenada. Uno de ellos dijo que él bailaba con nosotras y ella dijo "ah no, tú baila con ella, ya me voy". Creo que se tomó muy en serio lo que les dijo a los amigos de mi tío horas antes "espero que ella sea la próxima en casarse y que se case con alguien guapo", valiente Celestina. Le dije al chico que no se preocupara, que regresara con sus amigos, pero en el fondo la lichita puede ser encantadora. Hablamos un rato y me comentó que ya me había visto y que le había gustado que en mi rostro en verdad disfrutaba lo que estaba bailando. 

Al final mi primo, entrado en copas, nos abrazó a mi hermana y a mí, se disculpó por no haber convivido con nosotras y nos dijo que él se casaría en ocho años. Regresamos contentos, no nos perdimos y mi abuela me regaló unos guantes largos que pertenecieron a mi bisabuela.

Y de los novios pues... no hay mucho que decir: están enamorados, tengo un nuevo primo, están felices y espero su matrimonio dure muchos años.