viernes, 8 de agosto de 2008

I don't care as long as you sing. Mejor vivir la hueva que renegar de ella

Día primero de la no invisibilidad. Me sacudo mi afición por el anonimato y les ofrezco a mis curiosos primeros lectores la oportunidad de que puedan matar un poco el tiempo mientras están en sus trabajos (lo que aún no tengo), o simplemente porque les gusta estar frente a una computadora y pretender "que están haciendo algo" porque recuerden: el youtube no es búsqueda de información, je. Comienzo a preguntarme los motivos de mi regreso, de porqué no hice todo lo posible por permanecer en Madrid, y me lo pregunto por los empujones que me dan los amigos de mis padres, quienes son los artífices de que por instantes no disfrute de mi regreso a México, jajaja. Lo que echo más de menos es la convivencia, poder sentirme a gusto tendida en un sofá toda cruda mientras otros salen o están peor que yo. Echo de menos la complicidad estudiantil, "el taponeo", caminar a altas horas de la noche todo pedo riendo a manos llenas sin motivo, buscar con gusto un asiento en el metro después de las seis de la mañana por las horas que estaba bailando. Echo de menos la pequeña independencia, y el desenfado adquirido con los amigos y extraños. Me pregunto si podré quedarme con eso, si será lo único que voy a tener por la residencia ahora perdida.
Lo que me queda un poco más claro es que ciertas presencias no estarán conmigo. No tendré a un Marcos que me escuche después de las dos y le diga mal queda, no estará una Rosi que me eche porras y espero siempre me recuerde sus frases madrileñas, no habrá un Cam que me hará recordar porqué es tan divertido emborracharse, no habrá una Carmen italiana que me dirá que muestre más las tetas (aquí prefieren ocultarse) ni un Chris que me imite cuando estoy triste. Franzi ya no dará sus palmaditas, Carmen Alemania no cantará peda el "cielito lindo", Lena no me ofrecerá chocolates, no habrá un Marito que diga "me vale tan madres", y siempre me parecerá vacía la pista de baile o el baile en antro porque mi pequeña Mirjam no echará desmadre conmigo. Sin embargo esto no es para ponerse triste. Mi pequeño universo de Villagarcía 4 C está aquí, dispuesto a acompañarme cada vez que escribo un mail para pedir chamba y que están con mis cuates mexicanos a quienes ya extrañaba y adoro también. Los llevaré a mis fiestas, a todos (si es que aquí encontraré alguna buena fiesta :p), para que me recuerden la Lorena de aquel pequeño piso de Batán que supo aprender a beber con dignidad y a bailar como una loca. Tal vez esto fue un motivo para perder el tiempo escribiendo "a no sé quién para no sé qué". A ellos este primer día, mi primera entrada.