Desde mi regreso hay algo que me ha hecho sentir incómoda, ridícula. Ningún chico comprende la importancia de responder una llamada después de las cuatro de la mañana. Aucun gars comprends du tout tout ce que je veux parler!!!
¿Maniática, neurótica, obsesionada? Cabarenautas masculinos, no se sientan del todo ofendidos. Es sólo que, desde que pisé esta a-veces-puñetera-ciudad y marco un número, sobre todo perteneciente a un male contact, no recibo una respuesta. He visto, con algunos cuates, cómo miran quién les marca y dicen "mm no, no contesto" desviando inmediatamente la llamada. Entonces me imagino en esa posición, en la negativa y el desvío. Vamos, a veces es importante comunicarse, no quiero declarar mi amor (¿cuál? I just can't fall in love, je n'aime personne. My love is all mine, just mine).
Entiendo que en algún momento eso puede resultar ser una piedra en el zapato, un coñazo como dicen en España. Desconozco si esto es un problema cultural, si los chicos mexicanos piensan que si una chica les llama a esa hora es porque están enamoradas de ellos. En mi caso no resulta así. Y no excluyo llamar a mis amigas, eso sí que no, pero a veces hay algo en el matiz de la voz de los amigos que puede aliviar ciertas cosas, calmar ciertas cosas...
Sólo hubo una excepción.
Cuando llegué a Madrid los primeros meses fueron un desastre. No resulta ventajosa la aparente semejanza léxica. Cuando se acercaba la navidad conocí a un chico, muy simpático, pero no diré el nombre directamente, llamémoslo Govin, luego explicaré por qué. Fue mi primer amigo allá, me llevó al Bernabeu a ver jugar al Real Madrid (soy futbolera... y madridista además), me llamaba para saber si estaba bien y tengo que admitir que nunca había disfrutado tanto ir de chelas (cañas), y por primera vez disfruté ir de bar en bar conociendo mesas, música y cacahuates, con él bebí mi primera Guinness (caray, me encanta, la más oscura, aún suspiro cuando pienso en esa espuma que antecede al primer trago, sutilmente amargo y menos liviano que el resto de las cervezas), ah, y sin él hubiera sido un desastre conseguir un móvil (celular). También mi primera salida nocturna por Madrid fue con él. Vaya peda que me puse ¿lo recuerdas? Hice todo lo posible para que bailaras, pero sólo lo haces cuando estás borracho, al menos eso me has dicho. Llegué al piso a las ocho de la mañana.
Es curioso. Pocas veces uno logra decir con cariño "la primera vez que... " y no resulta común sentir el instante prístino donde regresa la desbandada a gritar que ha llegado más de un cambio. Creo que esta sucesión de novedades fueron necesarias para romper el saco de mis tres años anteriores de esterilidad. Govin me ayudó a romperlo. Por ello procuro no guardar mucho en los bolsillos.
La casa por el tejado, feo, son las primeras canciones que escuché de Fito, Govin tenía ese cd , sin embargo, aunque sean rolas igualmente significativas para mí (ya sabes por qué), conseguí que ampliara sus horizontes musicales, jaja, muy pronto le haré una nueva lista de sugerencias porque ya no puedo quemarle discos. No estaría de más que escuchara the Smiths... ¿no lo creen? (cambio abruptamente de tiempos verbales, creo que quiero integrarlos a todos en este post)
A veces lo echo mucho de menos, sobre todo cuando veo que después de las cuatro de la mañana nada resulta, las fiestas están por terminar y no hay otro bar a dónde ir a tomar una cerveza. No sé si era su acento que conciliaba mi aburrimiento, o sólo me daba una palmada en la espalda cuando algo no marchaba bien con mis aventurillas. Me gustaría a veces que pudiéramos llamarnos con mayor frecuencia, no tiene un ingenioso sentido del humor, sobre todo cuando hace alusión a mi país, pero a veces con su "buenas" anulaba mi berrinche y mi nostalgia.
Recuerdo con afecto mi primer cumpleaños fuera de México. No necesitaba de mucha gente por que él estaba a mi lado; de los dos lindos obsequios que me dio uno era la novela Siddartha. Empecé a leerla al día siguiente y la terminé, la llevé al metro, la leía en los andenes y en el tren. Ahí la tengo, en una de las repisas en donde separé mis libros favoritos, ése y la antología de Lorca que me regaló dos días antes de volver. ¿Recuerdas mis 25?
Estoy contenta. Ha regresado al escenario e intento imaginar cómo representará los cuentos de Chéjov. Me gustaría muchísimo sentarme en tercera fila (la primera siempre me intimida) y mirarlo actuar. El chico actor con talento en Matemáticas.
Y aunque pasen los meses, aunque tenga aventurillas y me encuentre feliz con mis amigos, lo suspiro de vez en cuando. Desde hace mucho le dije que le dedicaría un post. Y hoy que me ha llamado... mira Govin, aquí está, me gustaría mucho que vinieras, ven a visitarme, quiero que conozcas a mis amigos, te divertirás mucho en México, además todo te costará menos :p. Ven por favor, Govin, porque casi nadie entiende la importancia de atender el móvil a altas horas de la noche, no es cuestión de enamoramiento, es cuestión de solidaridad, o de escuchar tan sólo tu qué tal y reirme por los mexicanismos que no entiendes.
Ven Govin, sería estupendo.