Septiembre nunca me ha gustado. Desde la niñez este mes suele abrazarme con una nostalgia que se aloja como un puño en mi pecho. Ya sentía en quinto de primaria su balanceo en el interior, desesperado, con un sentido del humor cuyo contacto no conseguí entender del todo. Entonces -en esos balcones de la Rébsamen, después de mis rondas con una compañera o simplemente sola- una ansiedad me corroía porque sentía que nunca podría alcanzar a la vida del todo, y que la península prometida -la felicidad- era el espejismo de una niña sosa en medio del desierto. En la secundaria, en la prepa y en la universidad ocurrió lo mismo. No veía con agrado el nuevo ciclo escolar porque ya sentía el rumor de sus heraldos para después tomarme de los brazos y despertar esos nudillos que gustan contemplar mi desazón. Por lo tanto los balcones de la HAF, la Oficial B y el edificio F -si mal no recuerdo- de humanidades fueron su sillón y mi orilla. Ahí septiembre, tranquilamente recostado, a la espera de mi gesto patidifuso. Ahí yo, imaginando una barquita varada para intentar lanzarme inútilmente al mar. Eso, sólo el principio.
A partir del día diez aparecen los suspiros. La exhalación suelta hologramas de asombroso parecido con mis recuerdos, lo más felices, los rostros que besé con ternura y en donde proyecté el temblor más de una noche, el roce del arrebato, el perfume a madera y húmedas hojas, el paso equilibrado por una boca que sólo conocía la risa. Este noveno mes del año me atormenta con voz de Jeff Buckley, sólo me canta Lilac Wine y Lover, You should have come over como si fuesen sus himnos. Adoro a Buckley, pero en esos treinta días no es el indicado, no es el indicado.
(Olviden la distracción de las fiestas patrias, no funciona esa válvula de escape. Es torpe, acumula más desatinos y resacas, reconozco que el año pasado produjo un buen error, pero huidizo al fin, placebo al fin, ninguna cura, ningún alivio).
Septiembre es Medusa, Escila y Caribdis, el dragón que tuvo que enfrentar Tristán. Días de prolíficos insomnios y tirones de cabellera. Para colmo este año, este mes me trae más sorpresas: me voltea la cara para no olvidar que M. al final no vino; las respuestas no obtenidas; la lluvia que impide los paseos y convierte en pandemia inhalar-exhalar; la intención, otra vez frustrada, de un encuentro entre la arena y la tundra, gran suspiro por aquel lugar que pensaba hace más de diez años; la noticia que otro buen elemento, el buen P., se va de este lugar de montaña para volver a beber el calor y para confrontar a los tábanos.
When I think more that I want to think
Do things I never should do
I drink much more that I ought to drink
Because it brings me back you
Buckley no pudo cantarlo mejor. Septiembre no pudo haber encontrado intérprete mejor, pero me entristece.
Pobre corazón de abrevadero... je ne peux pas trouver trace de toi.
That's why I don't like september at all!!