No haré recuento, ni voy a quejarme. Resumo con un poema de mi amado Char, poema que me he atrevido a traducir.
En guardia
En nuestra templada vertiente tenemos una serie de canciones que nos flanquean, alas comunicantes entre nuestro tranquilo soplo y nuestra fiebre más intensa. Piezas casi banales, de tenue color, de silueta tardía, cuyo tejido lleva sin embargo una minúscula herida. Es permisible que cada uno le ponga un principio y un fin a este dudoso rubor.
En un tiempo donde la muerte, dócil de brujos farsantes, deshonra la mejor oportunidad, no dudamos liberar todos los instantes que tenemos. O mejor, giramos hacia el arbusto, esa enredadera que la última hora de la noche afina y entreabre, pero que el mediodía condena a cerrar. Extraordinario sería que la quietud, detrás de la que apenas nos acurrucamos, no fuese la que hubiéramos querido por una siesta.
En nuestra templada vertiente tenemos una serie de canciones que nos flanquean, alas comunicantes entre nuestro tranquilo soplo y nuestra fiebre más intensa. Piezas casi banales, de tenue color, de silueta tardía, cuyo tejido lleva sin embargo una minúscula herida. Es permisible que cada uno le ponga un principio y un fin a este dudoso rubor.
En un tiempo donde la muerte, dócil de brujos farsantes, deshonra la mejor oportunidad, no dudamos liberar todos los instantes que tenemos. O mejor, giramos hacia el arbusto, esa enredadera que la última hora de la noche afina y entreabre, pero que el mediodía condena a cerrar. Extraordinario sería que la quietud, detrás de la que apenas nos acurrucamos, no fuese la que hubiéramos querido por una siesta.
traducción de Lorena Huitrón