Lo que me divierte de Madrid es el acercamiento desbocado de los chicos. Contrario a los nórdicos, en un bar o discoteca (antro en mexicano :p) siempre habrá alguien que te mire con insistencia y que busque de ese modo ser mirado, incluso en las calles. Te piden un cigarro, luego tu nombre, de ahí va el número, incluso hasta te invitan a permanecer más tiempo en el bar. Si te mueves más de la cuenta mientras bailas, puedes conseguir lo imposible.
En una de esas noches revival con mi adorada Mir, decidimos ir al Retro Club, lugar donde puedes bailar, gracias al cielo, canciones de rock (jamás de Pitbull, don Omar con su puñetera danza Kuduro o Lady Gaga por mencionar algunos), la dj increíble. Hace la noche con the Kinks o the Clash. Mi amiga y yo podemos darlo todi: brincamos, nos movemos, cantamos. Estamos para la música, damos el salto quignardeano de acuerdo con la novela Butes. Nunca nos sentamos o nos paramos en un rincón a esperar "a que pase algo". El tiempo pasa conforme las luces de la pista, el mínimo intervalo entre una canción y otra. Para eso hemos bebido litronas (caguamas) antes, no hay que gastar tanto en copas.
Si estás involucrado tanto en la música es plausible pensar que el resto del mundo pasa de ti. Absolutamente no. He llegado a creer que en Madrid de noche nadie pasa de ti. Mir y yo bailábamos y bailábamos hasta que llegó un momento que, despejado un poco más el lugar, conseguimos mejor sitio para movernos. Un chico había abandonado la atención en su pareja de baile para mirarnos, más tarde nos seguiría. Otro par de chicos también comenzaron a mirarnos hasta que llegó una chica para decirnos "¿Queréis conocer a un par de amigos míos? Mi amiga y yo dijimos al mismo tiempo "no". Pero un no es algo que un español a veces no suele comprender bien. Se acercaron de todos modos a nosotras. En verdad mi único deseo era bailar hasta cansarme. Cuando a una chica le fastidia este tipo de momentos lo mejor es portarse un poco pesada, lo cual consiste en otorgar respuestas como:
a) ¿De dónde eres? "de muy lejos, no conoces".
b) ¿Qué haces? "paso nada más el rato".
c)¿Cuántos días estarás en Madrid? "me voy prontito".
Si después de tres preguntas continúan, tomas a tu compañera, te cambias de lugar y sigues bailando.
Oh no, la situación no terminó ahí. Hasta ahora van tres, ¿cierto? al estar unos metros lejos, dos chicos, uno más entusiasta, nos aplaudió y dijo "¡por favor, no dejéis de bailar así!", incluso aplausos recibimos. De repente otro se acercó a mí preguntándome "¿por qué no te había visto antes"? Tamarindi respondió, damas y caballeros, de la siguiente forma:
"Porque ahora estás borracho"
Después de tanto traspiés con los muchachos, supongo que llegó mi momento de ser creativa. El tío se indignó, partió y seguí feliz, pero cuál va siendo mi sorpresa cuando regresó y comenzó a justificar su pregunta, diciendo que las mujeres siempre buscamos lo mismo, que de hecho, como los hombres, tenemos dos penes. Sabemos todos que él quería ligar y que cuando una chica quiere ligar podría responder la tonta pregunta citada líneas arriba, sin embargo no era mi interés. Sólo levanté el pulgar para darle el avión y volví a mis bailes. Volvió a acercarse. Me pidió una disculpa. Respondí a su etílica apología de la siguiente forma:
"No te preocupes. Cretinos como tú he conocido casi toda mi vida".
Nos abrazó y dijo "ahora vosotras sois mis mejores amigas".
Mir y yo decidimos partir. Al salir otro chico nos grito "¡¿por qué os vais"!? y aquí volvemos al punto de partida. Respondí que venía de "un lugar muy muy pero muy lejano" y partimos.
Así es Madrid de noche mis queridas damas guapas.
Ahora doy un salto en el tiempo. Remontémonos al aquí y el ahora. Los reencuentros en un antro local pueden dejarte con una gran sorpresa. Creo que los chicos de mi edad deben aprender de las jóvenes generaciones. Madre mía. No fue el bacacho.
Un crack. Tres tatuajes