jueves, 25 de septiembre de 2008

La respuesta de examen más simpática del mundo, el epígrafe balón de colores



Porque es la mejor forma de expresarse por
el medio escrito, da a conocer sentimientos,
emociones, y ya no vas a tener faltas de orto-
grafía porque la maestra Lorena es buena.


Eduardo Williams Herrera, sobre la
importancia de la literatura (valor 2
puntos)


Créanlo tamarinderos míos, el joven aquí citado, alumno mío de tercer semestre (mi grupo favorito debo decir) escribió estas líneas el día de ayer que presentó el extemporáneo de mi curso. ¿Acaso piensa que pondré los dos puntos que vale la respuesta sólo porque me ha mencionado? Ni siquiera sé si soy buena profesora o si llegaré a serlo. Al leerla arrojé la carcajada. Y no, no le puse los dos puntos. A pesar de ello pasó el examen con un siete punto nueve. Eduardo, siempre voy a recordarte.

Otro estudiante, de quinto semestre, según el grado de conocimiento, el narrador que conoce todo lo denominó omnipresente. Dicho joven obtuvo un cuatro punto ocho.

En mi última entrada alguien preguntó qué había pasado con (mis) los chicos de tercer semestre que me pidieron les leyera un poco de Tristán e Isolda. La clase siguiente les puse música, mi música para que hicieran una leyenda. Todos son imaginativos, no les puse mala calificación, no soy maestra barco, se los juro, estoy asombrada con ellos, todo el tiempo responden a mis embates literarios, empujan, se impulsan… por eso… ¿porqué malgastan su tiempo frente al chat?
Ayer aquella deuda de lectura de la muerte de los amantes Tristán e Isolda la rubia quedó saldada. Les gustó mucho. Y a mí me gustan ellos, aunque Mariano hoy me respondió de una forma maleducada.

jueves, 18 de septiembre de 2008

albricias (vancouver)

Hoy mis tamarindos, hoy mis alumnos de tercer semestre no se movieron de sus pupitres cuando sonó el timbre para el cambio de clase. En lugar de tomar mi brazo para voltear, me regalaron sus miradas curiosas y me dijeron que no me fuera hasta que les dijera en qué terminaba Tristán e Isolda. Hubo suspiros, hubo atención, y quieren que la próxima clase les lea algunos fragmentos.

domingo, 14 de septiembre de 2008

I bet you look good on the dancefloor. Triste tristísima

Culpen a los artic Monkeys, qué más da.
Si he demorado en escribir una nueva entrada en mi blog ha sido por mis alumnos, mis muchachos, mis clases... me he dado cuenta que a medida que pasa el tiempo, estar en esta ciudad me aleja de mis vicios y de los amigos, supongo que es una de las consecuencias de trabajar, de no irme al df. Mis alumnos, culpen también a mis alumnos. ¿Porqué estoy culpándolos?
Una de tantas desventajas de no socializar. Esta práctica, que años atrás la consideraba irrelevante, ahora me parece indispensable para matar tiempo en mi ciudad-pueblote. Pero veamos, ayer recibí un mensaje en donde me invitaban al antro, pero ¿adivinen qué? detesto los antros xalapeños. Para empezar corro el riesgo de encontrarme con mis alumnos, ya de antemano me sentiría un poco incómoda, y para terminar la música es una porquería. Una de las cosas que más me dan risa de los pijos xalapeños es que, como el resto de los pijos, les gusta estar "naqueando" a los que no se llevan con ellos y muchos gustan bailar o cantar a coro la música popular, esto es, la música banda, o lo que es peor, van a escuchar "música en vivo" con una "banda" que únicamente toca canciones pop. Y ahora, que han abierto un lugar cubano, jaja, ahí van, pero ¿acaso la salsa no es un género digno de naquear para estos chicos? en fin, si no piensan en mis clases, menos se ponen a reflexionar "hey, un minuto, soy fresa, no debería estar aquí bebiendo mojitos". He llegado a la conclusión que el día que haya un lugar para rocanrolear, ese día se acaba el mundo, es más probable que los zetas no sólo invadan Clavijero y lleguen a los antros como leí en un forward que me envió una amiga, sino que estén en cada esquina buscando a quién secuestran. Así que, mi ciudad está teñida de rojo y poblándose de zetas... la razón, el infiel a veracruz.
Lo que me queda es poder salir a correr por las mañanas, ya que mis horarios de docencia han cambiado. Algo que he advertido es que, cuando voy acompañada por mi mamá adquiero un estatus, es decir, los señores y señoras que van me dan los buenos días porque cuando iba sola ni un suspirito deportivo me convidaban. Lo mejor es ir a las siete de la mañana, porque hay "tráfico de ñores deportistas" a partir de las siete y media hasta las ocho y cuarto, y hay que tener cuidado, algunos les entra el espíritu de competencia y son un poquito agresivos, imagínense, ¿cómo va a rebasarlos una veinteañera? ¡no, eso no!
En fin, regreso al baile y a la música. Están los raves, pero vamos, no soy fanática de la música, podría ir algunas veces, pero no todo el tiempo, y además tendría que tener algunos tragos encima porque tachas, a eso sí no le entro cabareñitos.
No me gusta plaza américas, el cine es muy caro y lo siento, pero la situación económica está tan mal que prefiero comprar películas pirata ... ¡un momento, ya no puedo ir a Clavijero! mis alumnos me han recomendado ir a CAXA, plaza museo y bueno, el mercadito que ponen en araucarias. ¡No he podido ver Batman! sí, me gustó la primera de Nolan y ahora quiero ver la segunda, vamos, no está peleada la literatura con estos gustitos cinematográficos. Ah sí, tampoco plaza Americas ofrece diversidad fílmica, otro gran problema con el que me he encontrado.
Me quedan sólo dos preciosos días para terminar mi puente, dos días en los que espero alguien se apiade de mí y me ofrezca un momentito de chelitas gritando viva México. Si eso no ocurre, tengo un fracaso social asegurado, y en consecuencia una tristeza inevitable.
En fin, ya leo nuevamente, les he pedido a los de tercer semestre hagan continuaciones de cuentos... ya sé ya sé, eso suena chafón, imposible, desconsiderado con el autor, pero vamos, concédanme la oportunidad de ver qué tan creativos pueden llegar a ser estos chicos... algo me dice que únicamente escribirán seis líneas... todas ellas con faltas de ortografía.
En fin, que ya son las ocho con treinta y cuatro en estos momentos y me siento como leoncito enjaulado, me siento molesta. Ya tengo sueño, no aguanto nada. Sí, ya sé, ando insoportable.
Por cierto, debido a que he andado como loca estas semanas, no tuve la oportunidad de desearle a mi mignon buen viaje y buena suerte en tierras gringas. Como siempre mi hijito cachondón hará de las suyas, pero seguro aprenderá un montón, además de consumir cantidades importantes de líquido etílico, hijo, si algún día lees esto, por favor, no dejes chamacos por ahí regados, jajaja.
Me siento un poco indignada porque hay última generación de la Academia y por el programa de Televisa que transmiten a la misa hora cuyo nombre he olvidado, pero es algo de ... por un sueño... creo que he errado. Debería considerar venderme como barata historia en lugar de enseñar literatura a unos adolescentes que no sé si llegarán a escribir con menos faltas de ortografía. Pero nada es tan malo, tengo dos buenos lectores, y uno de ellos, mis tamarindos colegas, tiene una mirada que no había visto en mucho tiempo, no puedo mirarle de frente porque me siento desarmada, que en cualquier momento va a atizar lo que estoy diciendo, dejándome muda y torpe, esto no debería estar pasando. ¡Peligro! Podría decirle el verso de Pizarnik: ayúdame a no pedir ayuda.
En fin, dejemos que esto pase como mis días inútiles de septiembre, mañana iré la feria del libro a ver si puedo agotar mi paupérrimo salario en algún hallazgo interesante, pero créanme, ahora soy tan egoísta racional que pensaré "oh, esto podría funcionar para mis alumnos.
Pues, buena noche del grito, si ocurre algo digno de contar, haré todo lo posible por no dejar pasar tantos días.
espejo de un bar (la despedida)

Querías mirarte pura tras la luz,
pero tenías una mancha en el vestido.
Entonces la cicatriz en su tartamudeo
que no cesa y cansa,
musitó para ti
“no hay mal que maldad sea”.
Tiñó más tu ropa,
y aquel deseo de mirar
el parpadeo luminoso frente a ti
se apagó, justo ahí, en tu eje,
descendiendo como tu cabellera
hasta la punta de tus zapatos,
en donde no existe mayor reflejo
que las colillas en el suelo,
tu fracaso.
¡Buenas noches tamarindos!